A Don Manuel Quiñones Quiñones, “el pinolillo”
En recuerdo al último de sus viajes.
7 de noviembre de 2020
Hoy en la mañana Don Manuel Quiñones Quiñones partió a la casa celestial. Este, su último viaje lo hizo igual que los demás; sin aviso previo, dejando como nota de despedida, esa frialdad que es la ausencia misma.
Manuel Quiñones Quiñones tenía 78 años. Su infancia fue en la Ángela Peralta aquí en Parral, muy cerca del barrio del Conejo, así que era poco lo que le podían contar.
El “pinolillo” fue el mote que le asignaron desde aquel entonces, por razones que nunca pudo explicar con precisión. En no pocas ocasiones, desde temprana edad había salido de su casa materna, buscaba sueños o aventuras. Regresaba, seguramente insatisfecho, porque volvía a partir al poco tiempo.
La ultima ausencias fue tan prolongada, que para no dejar en el olvido su recuerdo, el barrio le asigno el mote del “pinolillo” a su hermano Fernando Quiñones, quien prácticamente hizo de este su primer nombre, hasta el último día de su vida.
Las aventuras de Don Manuel eran tan fascinantes como retadoras. De oficio panadero toco las puertas de otros estados como Tamaulipas o bien Nuevo León y hasta Estados Unidos.
De una fisonomía menuda, estatura baja, reservado, corto de palabra, conservaba en su interior el ímpetu incontrolable de la perene aventura. La mayor parte de su vida la paso fuera de su casa.
Las azarosas aventuras lo avecindaron en la Ciudad de Monterrey, donde estuvo hasta hace cinco años, cuando decidió establecerse aquí en Parral luego de estar viviendo intermitentemente, solo por temporadas.
Tras la muerte de su hermano Fernando regreso a estas tierras de forma definitiva, ya lo tenía planeado y lo hizo para; retomar los caminos andados 5 décadas atrás o más. Como tratando de mantener con vida el mote del “pinolillo”, el original. Así llego hace cinco años para quedarse.
En este tiempo se encargó de buscar a aquellos amigos de la infancia, con los que había tenido trato en la primaria y con los que compartió aventuras, vagancias.
No los encontró a todos, unos cuantos apenas; varios de los que buscaba, ya habían rendido tributo a la madre tierra. Otros migraron de la ciudad. Logro conformar a un pequeño grupo de entusiastas compañeros de platica.
Ellos hicieron pasaderos todos estos años que residió en Parral, los que ausentaban la soledad con reuniones y visitas improvisadas o en encuentros en la calle, hospitales y funerarias.
En la familia, Don Beto, el hermano mayor, mantenía contacto con él; lo requería para que le llevara cosas a la casa, como dicen los antiguos, para que le hiciera algún mandado o bien que lo acompañara a las tiendas.
Las visitas dominicales fueron frecuentes a Santa Bárbara durante un tiempo, con la hermana Licha. Eran los tiempos felices cuando llego a coincidir con casi todos los hermanos, en especial los varones, cuando aún vivía Fernando y complementaban la tertulia Don Beto y Licha.
Los temas de los recuerdos iban aflorando al calor de la plática. En más de una ocasión el tío Manuel me llego a confesar, que esos diálogos la mayor parte era de temas que él no recordaba o conocía, pero que, igual le servían para darse cuenta de lo que había ocurrido durante los años en que estuvo ausente o cuando era muy pequeño.
Con la tía socorro la de Aguascalientes era con quien tenía más afinidad, incluso se hablaban seguido, se frecuentaron esporádicamente cuando aún no residía en Parral. Igual tenia aprecio y respeto para la Tías Paula y Nicha, que, en más de una ocasión, fallidamente pretendieron meterle orden a la “fumada”, la última ocasión hace apenas tres semanas.
Fumador empedernido, su fidelidad al cigarro, termino afectando su condición de salud. Durante el último año, sus visitas al hospital fueron repetitivas, algunas con estancia de varios días, pero siempre regresaba animoso.
Su salud se fue minando a tal grado que el deterioro era visible. Su cuerpo evidenciaba un agotamiento el mismo que hoy por la mañana termino por vencerlo y conminarlo al descanso eterno.
¡Se fue otra vez el tío Manuel! Lo hizo igual que las anteriores ocasiones, como lo decía la abuela Lucia, así, silencioso, solo ausentándose, sin avisar a nadie. Hoy el viaje es sin retorno.
Inicio su peregrinar en la tierra, allá en las Auras, municipio de San Bernardo Durango, un 26 de julio de 1942 y termino su andar el 7 de noviembre del 2020 aquí en Parral.
¡Descanse en Paz don Manuel Quiñones Quiñones!
La Expresión Continua...
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