RIN. – Ya no es necesario esperar hasta el fin de semana para presenciar algún espectáculo boxístico o de lucha libre, ¡lo hay también entre semana y en red nacional. El lamentable y degradante espectáculo ofrecido el Senado de la República por el altercado entre Alejandro "Alito" Moreno y Gerardo Fernández Noroña es algo más que un altercado verbal. Es una muestra cruda y clara del desgaste, la decadencia y la vulgarización de la política nacional.

SITUACION. - Durante años, hemos escuchado críticas sobre el bajo nivel del debate legislativo en México, pero lo ocurrido en esta ocasión superó toda expectativa: gritos, insultos y una escena más propia de una cantina que del máximo recinto legislativo del país.

DUDA. - ¿Y luego? La victimización en redes, donde ambos actores políticos buscaron lavarse las manos mientras aventaba lodo a diestra y siniestra, cuando el tema fue en cadena nacional y ¡no hay justificación para ninguno!

CONSIDERACON. - ¿Este es el Senado que debería representar la voz reflexiva y deliberativa del país? La respuesta duele: sí, lo es. Y eso nos enfrenta a una responsabilidad colectiva. Porque tanto Alito como Noroña llegaron ahí no por accidente, fue por acuerdos partidistas respaldados y avalados por nuestra pasividad como ciudadanos.

SALIDA. - Ambos personajes han hecho carrera a base de escándalos en donde siempre está presente la sombra de la corrupción, son autores de discursos polarizantes y por supuesto un protagonismo constante que ha relegado el fondo del debate a lo anecdótico.

REALIDAD. - Son dos caras de la misma moneda: populismo agresivo, sin respeto al recinto ni a quienes dicen representar. Resulta irónico que ahora pretendan colocarse como víctimas cuando ambos fueron responsables del bochornoso episodio.

PATETICO. - Lo que vimos no fue una discusión política; fue una escena que dejo ver indicios de abuso de autoridad, confrontación vacía, sin argumentos, sin sustancia, y con una carga de violencia que eso sí, ¡es congruente con lo que se vive en el país!

SOLUCION. - Quizá en tono de sarcasmo, más de uno ha dicho que habría que pedirle al expresidente Trump que agregue a estos legisladores a su lista de “terroristas” y haga el favor de llevárselos, su ausencia nacional, ¡será su máxima aportación al país! Y obvio muchos mexicanos se los agradeceremos. Y aunque la exageración es evidente, lo que se muestra es la desesperación detrás del comentario.

CONDICION. - Estamos normalizando la descomposición del discurso político. Y si no reaccionamos pronto, el siguiente nivel ya no será el insulto, sino la normalización de la agresión física como método legislativo, porque no considerarlo así, cuando la sociedad mexicana vive amenazada y amedrentada.

REFLEXION. - Como ciudadanos, merecemos algo mejor. Como país, necesitamos algo distinto. Pero mientras sigamos eligiendo (o tolerando) a este tipo de perfiles, no podremos quejarnos del espejo en el que nos reflejamos.

JUSTIFICACION. - Por cierto, sobre ambos personajes, Noroña y Alito pesan señalamientos recientes de corrupción, como la “humilde” casa del morenista y las exageraciones de los bienes del priista además de las irregularidades señaladas durante su periodo de gobierno.