Cuotas de género: la falacia de la representación de las mujeres.
14 de enero de 2021

Lic. Aylín Selene Urquiza Gómez
Licenciada en derecho. Trabaja por su cuenta, asesora jurídica de tiempo completo en el despacho Porras Urquiza.

La participación de las mujeres en la política y en el desempeño de cargo públicos sigue siendo un tópico insatisfecho. Desde que se promulgaron las reformas que dieron paso al voto femenino en 1953, las mujeres hemos pugnado por una mayor apertura a los espacios públicos. Los pequeños logros que se han alcanzado no han sido una concesión, ni mucho menos un regalo; han sido el resultado de una lucha interminable por reivindicar y dignificar el rol de la mujer en la sociedad y la política.
Han transcurrido 65 años desde aquél 3 de julio de 1955, fecha en la que, por primera vez, las mujeres pudimos ejercer el sufragio, y desde entonces, hemos adoptado un rol mucho más activo en los procesos electorales, logrando incluso desempeñarnos en cargo públicos como Alcaldesas, Síndicas, Diputadas, Senadoras, Gobernadoras… pero aún no nos llega el día que una de nosotras ocupe la Presidencia de la República.
En este contexto, entre remembrar la lucha de las sufragistas, y presumir con vanagloria que las legislaturas cumplen con el principio de paridad de género, nos encontramos con una de las falacias más dañinas para la democracia: las cuotas de género.
Y es que el solo término “cuotas”, ya deja en evidencia que no se trata de un principio que propicie la integración paritaria, o una representación plena de las mujeres, si no de solo un número, de una porción con la que deben cumplir los partidos políticos, para continuar contendiendo.
Algunos comentarios en contra de las cuotas de género, se centran principalmente en argumentos que cuestionan la idoneidad de las mujeres para ocupar cargos públicos; de nueva cuenta, la deficiencia que encuentran en este tema es resultado de apreciaciones machistas. La cuota de género la ven como una amenaza para una democracia patriarcal, que los hombres han creado para el servicio de ellos mismos.
Sin embargo, poco se habla de cómo las cuotas de género vulneran la representación democrática de las mujeres. Las mujeres que son enlistadas por los partidos políticos para contender, y que, eventualmente, resulten ganadoras, son impuestas por criterios que han establecido hombres. Se trata de una simulación de “acciones positivas”, pues, es bastante común apreciar que las mujeres que logran contender, es porque son afines a la ideología de quienes dirigen los partidos, que regularmente, son hombres.
Las cuotas de género no nos garantizan nada a las mujeres. Nuestros derechos no encuentran protección con diputadas, senadoras, alcaldesas y gobernadoras que se someten a intereses patriarcales y machistas. De nada nos sirve una “Legislatura de la paridad de género” si nuestras representantes no inciden y toman decisiones trascendentales para las mujeres, como promover mayores y mejores acciones y estrategias que erradiquen la violencia de género, se garanticen las penas por feminicidio, o la despenalización del aborto.
Las cuotas de género no son una garantía para nosotras. Al llegar a los cargos, de pronto se olvida que más allá de tener un compromiso con el partido o con ellas mismas, lo tienen con nosotras, quienes adolecemos la violencia, la sumisión, el silencio y el olvido.
De nada nos ha servido una Lilly Tellez, que una vez siendo senadora, se olvidó de las mujeres, se proclamó próvida, y en lugar de preocuparse por el incremento en las cifras de violencia feminicida con motivo de la pandemia y el aislamiento, busca a toda costa como ser oposición, de un partido sin el cual no estaría ella en el senado.
Para nada nos sirven las diputadas que prometen pavimentar calles y remodelar plazas, si son incapaces de votar en contra de iniciativas tan burdas y nocivas como el PIN parental, o de analizar las reformas implementadas y denominadas “Ley Olimpia” para que garanticen una protección plena a las mujeres, y no sean una herramienta al servicio del sistema patriarcal.
Es necesario que las mujeres seamos la voz que permita nuestra propia representación, pero a través de otras mujeres que realmente defiendan nuestros intereses y derechos; solo así, podremos alcanzar muchos más logros, que allanen el camino para una nueva democracia, donde las mujeres no seamos una cuota, sino parte de la esencia misma del sistema político.


La Expresión Continúa...

