Discurso de odio: El límite de la libertad de expresión.
19 de noviembre de 2020

Lic. Aylín Selene Urquiza Gómez
Licenciada en derecho. Trabaja por su cuenta, asesora jurídica de tiempo completo en el despacho Porras Urquiza

A nivel mundial, nos enfrentamos ante una grave situación de xenofobia, racismo, misoginia, homofobia, y muchas otras situaciones más que vulneran los derechos humanos. Día con día leemos titulares en periódicos, vemos en las noticias y leemos en redes sociales, como la sociedad se vuelve más intolerante.
El odio se ha generalizado y enraizado en miles de personas, pero lo alarmante de esta situación, es que este sentimiento es perceptible en el discurso público, disfrazándose de libertad de expresión.
Es así, como nos encontramos con el discurso de odio, el cual, se caracteriza por denigrar, discriminar y/o utilizar lenguaje peyorativo, dirigido a un grupo de personas, o a una sola en especial.
Este discurso oscila entre la intimidación y la humillación, amenazando no solo de manera individual o a determinado grupos de personas, también vulnera los principios y valores sobre los que descansa el sistema democrático, la estabilidad social y la paz. La expresión se convierte en un arma, y cada palabra es una bala que de manera irreparable daña a quienes son víctimas del discurso de odio.
Ante este panorama, las autoridades deben reforzar los mecanismos que permitan no solo identificar el discurso de odio y diferenciarlo de la libertad de expresión, también, deben implementar estrategias idóneas que permitan erradicar este discurso y sancionar a quienes lo realizan y difunden.
Sin embargo, nos encontramos en situaciones donde son las mismas autoridades quienes realizan y difunden el discurso de odio en contra de minorías que deberían sentir la protección en lugar del ataque.
Es lamentable ver el actuar de determinadas servidoras y servidores públicas, que, contrario al actuar que deberían realizar, manifiestan ideas erróneas y lacerantes, las cuales, pretenden disfrazar de libertad de expresión. De ninguna manera el discurso que atente contra la dignidad, que denigre a las personas por su orientación sexual, identidad o expresión de género, y que violente derechos humanos, estará encuadrado en la libertad de expresión.
Es menester para la sociedad en general, que, ante estos discursos llenos de intolerancia, se evite a toda costa su difusión y replica. Está en nuestras manos el que estos discursos nocivos continúen y lleguen a más personas, pues entre la colectividad puede haber alguien que al leerlo o al escucharlo, lo adopte como parte de su ideología, y en la réplica, esparza el odio.


La Expresión Continúa...

