DICHO POR ROCHA

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, conde de Saint-Exupéry desapareció con su avión en el mar a los 44 años de edad, frente a la costa francesa de Córcega, durante una misión de reconocimiento, el 31 de julio de 1944. Nunca se encontró su cuerpo ni tampoco supo del enorme éxito de su bellísima obra El Principito, publicada en Estados Unidos en abril 6, 1943.

En los diálogos entre el piloto, el zorro, la boa y la rosa, conmueven los valores sobre el amor, la amistad, la soledad, la responsabilidad y el evento natural de la muerte. El Principito nos enseña que el amor es libertad y respeto, ajeno a la posesión o control, basado en la esencia de las personas, no en la belleza física efímera, momentánea, breve o pasajera. 

Amar, dice El Principito, es la confianza plena, pase lo que pase, en silenciosa compañía, actitud invariable al tiempo, a las tempestades, a los inviernos, sin reciprocidad alguna. Querer es esperar, apegarse a las cosas y a las personas; tomar posesión de algo, de alguien; buscar expectativas personales de afecto, de compañía; hacer nuestro lo que no nos pertenece.