En Memoria de Juanita Jasso Hernández
19 de septiembre de 2022

1 de agosto de 1946
18 de septiembre del 2022

Hoy se fue Doña Juanita y lo hizo silenciosa, discreta, súbitamente, igual que cuando décadas atrás llegó a nuestras vidas ¡o nosotros a la de ella! presentándose obsequiosa, como una inagotable fuente de vida. Nuestra madre retornó a la casa del padre ¡a su patria celestial! no sin antes cumplir su encomienda de encarnar en sus hijos la obra de Dios en la tierra.
La referencia es para esa mujer morena, espigada ¡sencilla! La de las manos suaves y cálidas, siempre abiertas y dispuestas a reconfortarnos de los duros golpes que nos obsequia la vida, ¿Cuántas veces alivió con el elixir de una caricia el más profundo dolor? Sus dedos fueron esas aves de la creatividad que surcaron el aire y que a partir de la nada, nos crearon un todo, apuntó con ellos la dirección del bien en el amplio lienzo del infinito horizonte, marcando así la guía primigenia que señala hacia donde se encaminarían los primeros pasos de los sueños de sus hijos.
Ella es la misma madre de los brazos salvadores, esos que al abrirlos se convertían en refugio seguro ante el siempre depredador asedio del mundo. Fue nuestra maestra del interminable curso de la enseñanza de la vida.
Doña Juanita; esposa, madre, abuela, vecina, amiga, hermana, hija y todos los roles que se pueden atestiguar con el testimonio de quienes recibieron desinteresadamente bondad y cariño. La referencia es entonces para la agradable mujer silenciosa trabajadora, de presencia discreta, tan imperceptible como reconfortante; fue un soplo de brisa en medio del abrumo y la zozobra del día a día.
Esa mujer del andar despacio llegó de nuevo a Dios porque a él le pertenece. Es la misma madre del regaño suave y enérgico que enmendó caminos. Ha terminado su pausado caminar terrenal y ¡empieza su vida eterna! deja como herencia una fuente de enseñanza viva que se regocija lo mismo en su descendencia como en quienes la conocieron.
Es tiempo entonces de ratificar nuestra veneración al creador ante la perfección de su obra compactada en la aleccionadora síntesis de vida inscrita en los libros sagrados;
Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado; un tiempo para matar y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar; un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar.
Eclesiastés 3:1-4
Recuerdo de sus hijos y esposo
Fam. Quiñonez Jasso

La Expresión Continúa...

