DICHO POR ROCHA

Al primer tronido de la nota roja, espacio periodístico de barbarie sistémica y campante, la civilidad, educación, cortesía o respeto se vuelve ausente. Indigna la cerrilidad, fiereza o salvajismo cruel de quienes por falta de educación, daño mental, horizontes quebrados o pactos de impunidad hacen de lo cotidiano una funesta fotografía en el quehacer comunitario. 

“El inquilino saca la pistola y dispara a quemarropa al abogado; ella es acuchillada por su pareja; plagiada y asesinada con un embarazo de ocho meses; un hombre lo encañona con una pistola y dispara; ejecutado de un tiro en la cabeza frente a su esposa e hijos; fúrico marido orquestó el asesinato de su expareja; la secuestra para asfixiarla y luego quemarla”. 

La tosquedad de las peleas a puño o cachetadas han dado paso a muertes por machismo, racismo o trastornos afectivos, faltos de compasión hacia la vida o dignidad de los demás, “donde el agresor, que había sido humillado, disparó once veces sobre el cuerpo de ella” o “donde la madre mató al joven que había confrontado a su hijo”. Calamidades ya de todos los días.