Erik Jurado

El presidente de la república presentó una propuesta de reforma a la ley electoral; el corazón de la reforma va dirigido a reducir el costo de la política nacional, democratizar los procesos y centralizar las decisiones, al menos en el discurso.

En lo general parece una buena propuesta la del presidente, pero vale la pena analizar cada uno de los aspectos que se intentan modificar, pues existen alguno que pudieran constatar el vaticinio de los analistas de una búsqueda por prolongar el mandato presidencial y tener el control del órgano electoral. Hay aspectos rescatables, pero honestamente son más los retrocesos que se plantean, sobre todo porque de fondo estaríamos devolviendo facultades electorales al ejecutivo que perdió desde principios de los 90´s.

La reforma plantea:

1) Creación del instituto nacional de elecciones y consultas. Con esto no sólo se modifica el nombre del INE, sino que también se proponen las consultas como un mecanismo cada vez más recurrente y central. Hay un problema muy serio con eso, pues si el modelo de consulta es el que el gobierno federal ha mostrado, ese ejercicio que a mano alzada en eventos oficiales ha generado malas decisiones para el país ahí hay un retroceso hacia un populismo que promueve la opacidad y por su puesto solamente la voz presidencial, y deja fuera por completo a las oposiciones.

2) Elección de consejeros y magistrados electorales por voto popular. Este punto es uno de los menos convenientes, pues si somos objetivos la democracia en nuestro país lleva implícita el gran lastre de la ignorancia y la compra corrupta de votos, además de que básicamente pondera a quien lleva la rienda política para manipular a voluntad la elección de estas figuras tan importantes.

3) Desaparición de los organismos públicos locales y tribunales /federalización de elecciones, este probablemente es el punto más des aveniente de esta reforma pues centraliza las elecciones nuevamente en un solo punto, lo que promueve las decisiones desde el gobierno y la burocracia federal.

4) Reducción de cámaras. La reforma propone reducir el número de legisladores, que en lo personal considero este punto como deseable, pues responsabiliza más a los legisladores y reduce en mucho el costo de la política mexicana. Solamente hay que cuidar dicha reducción sin permitir que ningún poder acapare las cámaras.

5) Selección de congresos por representación pura, la desaparición de los legisladores plurinominales en el estado actual de las cosas es algo apropiado, pues se ha perdido la noción de esa figura, ahora se reserva para las cupulas partidarias que solo representan sus intereses personales. Mas sin embargo es importante buscar el esquema de representatividad partidaria e idológica.

6) Reducción de ayuntamientos (máximo 9 regidores), al igual que la reducción de las cámaras, esta es una buena decisión pues vuelve más visibles a las figuras, al mismo tiempo de que reduce los costes.

7) Reducción de recurso a campañas y tiempos al aire. Este punto debe impulsarse de forma decidida, al mismo tiempo que impedir el despilfarro de recursos en publicidad basura y eventos populares que nada abonan a la política.

8) Revocación de mandato vinculante, este es un aspecto que debe de estudiarse a profundidad pues la revocación de mandato puede ser un elemento que vulnere la estabilidad del país.

En suma, puede decirse que existen aspectos de relevancia que deben discutirse en un debate de altura y dejar la mejor expresión de lo propuesto y por su puesto evadir aquellas propuestas que secuestran a los órganos electorales.