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Los juramentos.

28 de marzo de 2023
Irvin Omaet Alemán Hernández.

Irvin Omaet Alemán Hernández.

Editorialistas Libres de Parral

“El mentiroso siempre es pródigo en juramentos.” Pierre Corneille El propósito del juramento es el de contraer una obligación voluntaria o un compromiso legal. Desgraciadamente, hoy en día los juramentos resultan en una frivolidad y carecen de la importancia que poseían en tiempos anteriores, donde este era inviolable y un rito sagrado. En la tradición hebrea se menciona en numerosas ocasiones la importancia y peso que cobra un juramento, tanto que incluso en el segundo mandamiento de la ley de Dios se dice, dependiendo de la traducción, que “No jurarás en nombre de Dios en vano”, eso denota la importancia que tenía para este antiguo pueblo el hecho de hacer un juramento. Sin embargo, con la época romántica del Japón Feudal, los bushi se dieron cuenta de esta frivolidad con la que se conducían los individuos hacía ya tiempo. Por lo que enlistaron en dos de las siete virtudes del bushido o camino del guerrero, la importancia y dignidad que se le debe de dar a este tema, son Makoto/honestidad y Meyo/honor. Meyo.- El auténtico samurái solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo. Makoto.- Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de «dar su palabra.» No ha de «prometer.» El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción. Hace tiempo que leyendo sobre el tema me atrapó el hecho de que mi palabra por sí misma debería de ser suficiente para que se confíe en mí, por lo que actúo bajo esa máxima de que “hablar y hacer son la misma acción” y esto me lleva a conflictos cuando se me pide hacer un juramento o una promesa dado que siempre que se me solicitaba hacerlo, respondía con que mi palabra debería de bastar para que se crea en mí, puesto que de tener yo que expresar “lo juro” entonces la confianza no se depositaría en mí como persona, sino en el acto de jurar, trato pues día con día que mis acciones denoten que soy una persona en la que se puede confiar y que mi palabra por sí misma sea más válida que cualquier juramento mezquino. Sin embargo, haciendo investigación sobre el tema, pude dejar de lado mi idea sobre los juramentos que se había vuelto incluso dogmática, para darme cuenta de que el hecho de que las palabras “lo juro”, que por tanto tiempo decidí evitar, no signifiquen nada por sí mismas, no es algo necesariamente negativo. Si una persona necesita que se efectúe un juramento para poder depositar su confianza en mí, ese será problema suyo hasta que decida que soy digno de confianza, nada puedo hacer para obligar a otra persona a que confíe en alguien, ni siquiera en sí misma. Puede ser que al igual que el samurai es el único juez verdadero de su propio honor, también lo sea yo con el mío en caso de faltar o mantener mis juramentos. Estos últimos sólo se hacen para con uno mismo puesto que bien podría yo faltar a ellos sin que nadie se diera cuenta. Pero el hecho de poder romper con tanta facilidad un juramento o faltar a su palabra y decidir no hacerlo es un acto que habla sobre el carácter y la persona que es cada uno de nosotros.

yiyos y alvidrez

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