DICHO POR ROCHA

PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL MAESTRO JOSÉ GUADALUPE ROCHA ESPARZA, LA NOCHE DEL VIERNES 27 DE ENERO DE 2023, EN EL MUSEO DE LA CIUDAD “FRANCISCO OROZCO MUÑOZ” DE SAN FRANCISCO DEL RINCÓN, GUANAJUATO, EN OCASIÓN DEL HOMENAJE QUE EL HONORABLE AYUNTAMIENTO 2021-2024 RINDE AL POETA, HISTORIADOR, PERIODISTA Y REVOLUCIONARIO DON JOSÉ GUADALUPE ROCHA ARAIZA, EN PUNTO DE LAS 18:30 HORAS A TRAVÉS DE LA COORDINACIÓN DE MUSEO Y TEATRO. “Allá, la turba se yergue con los héroes vengadora; aquí el cadalso, de la gloria cumbre, que empurara la sangre redentora. Eres, Patria inmortal, madre bendita, ¡que a venerar lo heroico nos invita! Tú has forjado en mi pecho dos amores, grandes y puros, para siempre fijos: GUANAJUATO, el solar de mis mayores, y CHIHUAHUA, la cuna de mis hijos…” Comienzo con una palabra que todos los hombres han proferido: GRACIAS, palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas, ademán que revela las buenas maneras, acto que expresa bondad del alma. La gracia es gratuita, es un don; aquél que lo recibe, el agraciado, lo agradece: da las gracias. Espero que mi emoción compense su levedad. Es lo que hago ahora con estas palabras sentidas por la FAMILIA ROCHA: gratitud, reconocimiento, por el extraordinario gesto del licenciado Alejandro Antonio Marún González, presidente Municipal de San Francisco del Rincón, Guanajuato, de exaltar a uno de los francorrinconenses distinguidos, al conmemorarse el 416 aniversario de esta pujante ciudad. Extensivo agradecimiento por este homenaje al profesor Carlos Hernández Aguirre, coordinador del Museo y Teatro, artífice en la promoción de nuestro abuelo, como ilustre entre dieciséis o más personajes de la ciudad que sigue tejiendo historia, así como a su comprometido equipo de trabajo que hicieron posible el irrepetible evento que hoy jubilosos nos congrega. Agradezco la honrosa presencia de quienes se asoman por saber de don José Guadalupe Rocha Araiza, francorrinconense de nacimiento, 2 parralense por adopción, misionero de la historia regional, adalid del periodismo independiente, promotor revolucionario, poeta de clara inspiración, generoso maestro, dilecto contertulio y de incontables amigos. Los nietos, bisnietos y nuera que le sobrevive, asistimos para refrendar y compartir con ustedes nuestro orgullo de pertenencia, a 114 años de haberse ausentado del solar nativo nuestro abuelo, don José Guadalupe Rocha Araiza. Por ello, Su Servidor y nuestro primo Luis Rocha Castro dividimos la semblanza del homenajeado, entre Guanajuato y Chihuahua. Don José Guadalupe Rocha Araiza nació en 1886 con aroma de provincia, en el corazón de la patria, toda su vida un enamorado de la quieta Villa de San Francisco del Rincón, terruño querido, patria chica como solía llamarla, de la cual, a pesar de adorarla tanto, estuvo alejado la mayor parte de su vida hasta morir, “enfermo y encadenado a una silla de ruedas” en 1956. Sin embargo, en 22 años que vivió entre ustedes, aquilatando el valor inapreciable de la provincia, que convida a meditar y estudiar, testimonió ante otros francorrinconenses distinguidos, don Vicente González del Castillo y su querido Pascualito Aceves Barajas, la evocación de esa niñez y primera juventud del San Pancho de sus amados recuerdos. El señor Rocha relata la añoranza de aquellos años que cerraron el siglo XIX y dieron principio al siglo XX, documento de remembranzas, nostalgias y evocaciones, de elevado sentido histórico y cultural, referente obligado para las nuevas generaciones interesadas en conocer las costumbres de esta guanajuatense tierra, durante los años previos a la Revolución. Lo escrito permite conocer, casi con lupa, aquella sociedad, frontera histórica entre dos siglos, elementos de carácter costumbrista y cultural de gran utilidad en la historiografía regional, tributo que rindió a las personas que formaron su entorno en esta ciudad, saturada de historia, romanticismo y tradiciones, misma que hoy celebra un aniversario más de su fundación. 3 Don Pascualito Aceves aseveraba que José Guadalupe fue un hijo preclaro de San Francisco del Rincón, producto exclusivo del Colegio Católico del Divino Salvador, huérfano a los cuatro años de Ladislao Rocha, a los doce de Micaela Araiza e hijo espiritual del Padre Eduardo Aceves, educador ejemplar que nunca dejó de aconsejarle el camino de la virtud. Además del Padre Aceves, que Rocha Araiza quería con predilección, por ser el sacerdote que más influyó en su carácter y formación, tuvo otros maestros, guías y consejeros durante la primaria y secundaria, como su padrino de confirmación Francisco Rodríguez, en matemáticas, así como el autor de buenos versos y pulidas prosas literarias, Gabriel Jiménez. El poeta Liborio Crespo, su mentor en literatura; el abogado Cayetano Gurrola en leyes, Otros educadores le enseñaron lógica, filosofía y latín. Su vocación por el periodismo de los redactores del semanario “El Heraldo”, Valeriano Torres, José Jiménez, Chema Cortés y Feliciano López, a quienes escuchaba sus pláticas en el Mesón de San Felipe. A los 17 años, Rocha publica en el Colegio Católico del Divino Salvador un periódico manuscrito llamado “El Aguinaldo”, entre 10 y 12 páginas, con información de las posadas, así como artículos literarios, versos, cuestiones ortográficas, gramaticales y de estilo, colaborando José María Murillo y Juan Zúñiga, luego cronista y poeta, respectivamente. A los 21 años, publica el semanario “La Provincia”, muy popular y leído aquí, donde escribían los también francorrinconenses distinguidos, Julio y Francisco Orozco Muñoz. También escribe a la misma edad para los periódicos “El Gallito” y “La Aurora” de San Francisco del Rincón; para “El Obrero” de León y para “El Diario del Hogar” de don Filomeno Mata. Su perfil revolucionario comienza también a los 21 años, cuando escribe en el periódico oficial del Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón, llamado “Regeneración”, fustigando las diversas perversidades del poder absoluto. Decía que cualquier déspota comienza por manifestar hostilidad sorda, embozada; único amo rodeado de un grupo de autómatas. 4 Ahora muestro a ustedes una libreta inédita, cual incunable, que contiene 51 composiciones poéticas en 96 amarillentas hojas, prosas y versos de puño y letra del homenajeado, en su mayoría sonetos que escribió entre los años 1903, 1904 y 1905, con dedicatoria a Dios; al Sagrado Corazón de Jesús; a María; al Papa Pío IX; a la Patria; a sus queridos Maestros. Escribe con elegancia poética al Padre José Guadalupe Fernández, fundador del Colegio Católico del Divino Salvador; a Juanita, que dormía en los propios corredores del colegio; a don Pedro Márquez y Miguel González, hijos de esta población; a don Ramón Valle, sabio y humilde escritor; a los niños Ramón González y Gonzalo Muñoz. También dedica bella prosa a la Sociedad Literaria “Santa Teresa de Jesús”; a los redactores de “El Cóndor”; a los hijos del siglo; a los alumnos del Círculo Infantil Mutualista y del propio Colegio del Divino Salvador. A su amorosa musa le escribe: “¿Por qué te quiero tanto si no alcanzo ni una mirada de tus negros ojos, ni una sonrisa de tus labios rojos…?”. Decía Rocha Araiza en 1903: “Tras un ensueño incomprendido avanzo y más te quiero, cuánto más esquiva, que eres más bella, mientras más altiva. Eres sol de mi cielo sin estrellas, y el alma, de tus gracias ya cautiva, va siguiendo tus huellas, que hay en ti fuego como luz en ellas y viertes en mis horas de amargura, el bálsamo ideal de tu hermosura…” Rocha recuerda a Crucito Navarro, demente simpático, al cuidado de su hermana Doroteíta; a Cheto, cabalgando un manso pollino, ataviado con traje de levita; a la Güera Cleotilde, zapateando con mascada carmesí, su falda de percal, camisa de china poblana y cobrando 18 centavos por bailada; a la Güera Nabora, vendedora de pulque, néctar de los magueyes. Rocha recuerda a Jesús Garibay y “Metrio”, pintorescos peluqueros que cobraban 6 centavos por corte de pelo; a Lucas Moreno, pendolista notable y borracho singular, secretario de Juzgado; a doña Bernabé, única en 5 organizar pastorelas; a doña Tomasa, vendedora de camotes tatemados; a los “barbones” Rodríguez, dueños de una tienda de mala muerte. Rocha recuerda a Agustinita, Anita y Jesusita, viuda e hijas del famoso chinaco don Luis Buzo, hacendosas en panecillos y confección de ropa; a Chalío González y Pepe Rojas, auténticos charros, escandalosos y simpáticos, con trajes de gamuza y en briosos corceles; a los comerciantes Urbano, Diego y Juan Puente, Pancho “Pipitilla, Luis Beraud y esposa. Rocha recuerda las tiendas céntricas del pueblo, como “La Vaquita”, de don Luis López; “La Flor de Oro”, de don Vicente Carrera; “La Legalidad”, de los señores Riegas y Pereda; el almacén de ropa de los hermanos Félix, Pachita y Tintina, dirigido luego por don Agustín Chauvet; al mexicanísimo abarrotero Domingo Mena, ataviado con su mismísimo saco de lino blanco. Rocha recuerda a don Tomás Padilla como el incomparable jefe político de la dictadura no superado hasta 1955 por ninguno de los alcaldes de la era revolucionaria, no tan solo en San Pancho, sino también en incontables ciudades de todo el país. El Palacio Municipal, mercado, servicio de luz eléctrica, tranvías urbanos y puentes fueron obra de su fecunda labor. Rocha recuerda a Margarita Villagómez, propietaria del hotel que llevaba su apellido, único en la población, donde fue exhibido el primer fonógrafo que llevó Timoteo Carpio, luchador, empresario, torero y dentista. Recuerda el primer automóvil, propiedad de Nacho Barajas, que transitó de San Francisco a Purísima a 15 kilómetros por hora, en el año de 1905. Rocha recuerda a quienes fueron, entre otros, sus más cercanos, como Adelaida Rodríguez, mujer valerosa, llena de bondad y ejemplo de abnegación; Everardo Prado, ahijado de Porfirio Díaz y su inolvidable primo Francisco Ramírez o “Pancho Jardines”, humorista de formidables puntadas, cuyos descendientes siguen vinculados a los nuestros. Rocha recuerda la carretela de doña Pepita Camarena en las tardes silenciosas y apacibles, quien después de tomar su chocolate de las 5, 6 entre capelos de santos y rinconeras plenas de objetos, da un paseo por los contornos de la población, acompañada de Doloritas y su fidelísima Paula Peña o iba al ejercicio parroquial, sentándose junto al púlpito. Rocha recuerda las tardes jubilosas de toros que alegraba la Banda Municipal, con la actuación del famoso banderillero Aurelio Melo, quien acabó de picador y una pierna menos y el as Braulio Díaz, envuelto en la tragedia, revolcándose en su sangre, corridas a cargo de los empresarios taurinos Marcelino Villalpando y Félix Beraud, con astados de California. Rocha recuerda al antiguo San Francisco del Rincón con sus alegres misas en el Santuario, día viernes en cuaresma, de bastas flores, amenizadas con el mejor repertorio del gran Chonito y su orquesta; viernes con su Viacrucis y su olor a capirotada y torrejas, pescado y aguas frescas, junto a variadas mercaderías con sus típicas sombras y loterías. Recuerda la panadería “La Mascota” establecida por don Ladislao Rocha, su padre, en 1880; los mojigangos colosales y coheteros; los volantines; el circo del Señor Alemán, ascendiendo en un gran globo de gas, con trapecistas, acróbatas, títeres, payasos; peleas de gallos en la plaza con vendedoras de mole de guajolote, cantadoras de Jalisco, tambor, chirimía. Finalmente, Rocha recuerda al profesor Manuel Chico, vestido siempre de negro, de levita y de bombín, bohemio empedernido y simpático, que emigró a Parral y desde allá lo persuadió mediante cartas, ponderando la grandeza y esplendor de esa ciudad. Convencido, migra al estado de Chihuahua, cuya trascendencia será narrada ahora por Luis Rocha Castro. Por su atención, respetable concurrencia, muchas gracias.