Erik Jurado

Estamos a días de Navidad y de cerrar el año, estas sin duda, son fechas de reflexión y motivación al cambio. Pero este año ha sido especial. El año 2020 nos ha llevado a un punto de pensamiento obligado y profundo por las circunstancias que nos presentó. Hemos palpado con toda claridad la fugacidad de nuestra vida y lo delicados que somos como sociedad. Aunque el ser humano se auto concibe como la raza más importante y primera de la naturaleza, este año hemos visto lo débiles y delicados que somos.

En tal evidencia, lo que sabemos que debemos hacer hoy es más una obligación que una opción. La impronta para vivir de forma más modesta, en una mayor concordancia con la naturaleza, eliminando las brechas económicas y sociales, parece que hoy se vuelve mucho más demandante. Durante la pandemia observamos con toda claridad cómo estamos interconectados, y que no es solo discurso la interdependencia social en la que vivimos.

Hoy sabemos entonces cuales son los cambios requeridos, la pregunta es ¿encontraremos las respuestas para integrar esos cambios a nuestra dinámica social y nuestra vida? El 2021 nos debe llevar a re plantear nuestra vida. La tecnología y la investigación científica mostraron con toda claridad que son auxiliares de primera mano ante los problemas humanos, se encontró una vacuna en cuestión de meses a uno de los virus más mortales de nuestra historia. En tal condición se vuelve obvio que debemos integrar más ciencia a nuestra cultura, formar a los jóvenes en temas científicos y en la racionalidad científica. Nuestras escuelas deben ser menos dogmáticas y mucho menos autoritarias, para fomentar la curiosidad y el trabajo de investigación.

Vemos que la tecnología logró salvar muchas vidas ahí donde la política no pudo hacer nada. Las reuniones virtuales, los pedidos por internet, las búsquedas digitales lograron disminuir el contacto humano, ahí donde los políticos estuvieron siempre perdidos y sin respuestas claras, entonces hoy sabemos que una nueva dinámica social nos requiere más ciencia y tecnología y exigir mayor formación en nuestra clase política.

Un cambio requerido fue una mayor consonancia con la naturaleza, hoy sabemos con toda claridad que nuestros excesos con la explotación y usufructo de la naturaleza nos coloca en una postura muy peligrosa y que necesitamos empezar a devolverle al mundo el equilibrio que como especie le robamos. En las proyecciones que hacemos a futuro vemos un planeta inundado de luces y tecnología, hoy sabemos que la tecnología estará, pero debemos empezar a fusionar nuestra vida y nuestra tecnología con la biología, debe ser una meta devolver el equilibrio a los ecosistemas.

Además, sabemos que así como el equilibrio natural es necesario, el equilibrio social es una demanda de pronta resolución. Buscar la equidad, el acuerdo, las funciones prístinas debe ser una tarea para este año venidero y los subsiguientes.

Por ultimo y en suma a lo dicho, el ser humano debe buscar una nueva espiritualidad, una menos dogmática y más comprensiva, que lo lleve tomar decisiones profundas para la mejora del mundo y de su propia persona.