Lic. Eduardo Burciaga

Ahora la noticia que ha causado polémica en la última semana fue los resultados de la auditoria que le hicieron al costo de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, donde el presidente fue enfático con su dicho “yo tengo otros datos”, al ser cuestionado por sobre-costo que detecto la ASF (Auditoria Superior de la Federación) con el motivo de la cancelación la cual le advirtieron que no se realizara.

El detalle no impera en esas palabras del Presidente, ya que pueden existir errores, o inconsistencias, esto siempre se presentan y más cuando al auditor no le quisieron dar ni siquiera información en algún momento de la auditoria, son “gajes del oficio”, inconsistencias que se tienen que ir aclarando, es parte de la fiscalización.

Lo preocupante de este asunto, es que días después la ASF, reculo del informe y dijo que había existido un error por parte de ellos, que el auditor se equivocó en la cuantificación del monto, que si hubo una falla como lo dijo el presidente.

El primer mandatario de inmediato lo relaciono o hizo alusión a que le estaban dando mala información a sus adversarios y no deben prestarse a estas campañas, echando la culpa a la mala fe de las instituciones.

En opiniones públicas existen versiones encontradas, unas señalan la presunción el presidente Andrés Manuel López Obrador ejerció presión política para que el titular de la ASF reconociera la sobreestimación en sus cálculos hasta en un 70 por ciento, mientras que otra parte señala la falta de pericia en el cálculo asi como en el computo fallido.

En el mismo sentido extremistas hacen mención de que si el auditor cometió un error tan garrafal debería ser despedido, ya que el error podría ser de principiante, por lo que la auditoria debería tomar una decisión de tajo.

La ASF no debe ser sujeta a juicio que debilite la función de control y fiscalización que necesita una democracia, al hacer esto a un órgano técnico especializado de la Cámara de Diputados, dotado de autonomía técnica y de gestión, se encarga de fiscalizar el uso de los recursos públicos federales en los tres Poderes de la Unión. Por lo que al tomar acciones no pierde su titular, si no la democracia.

La fiscalización siempre es buena y siempre van a existir errores e inconsistencias las cuales deben ser aclaradas, pero nunca pasadas por alto. Pero sobre todo nunca debe ser coartada la libertad de expresión y de dar a conocer la información que es de importancia para el país. Porque no son recursos del presidente ni de su partido, mucho menos de sus allegados, es dinero del pueblo y como tal debe haber la transparencia necesaria y la fiscalización de lo mismo y es nuestro deber solicitarla y la obligación de las instituciones de darlas a conocer.

Corrupción siempre va a ver y la única manera de mitigarla es exigiendo la transparencia en la fiscalización de los recursos; no se debe basar en los hombres de confianza del presidente, los cuales dice que el principal requisito es confiar ciegamente, mucho menos en amedrentarla. "Confianza, ni en mi camisa". ... dijo el General Melgarejo.