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Crónica:

7 de Marzo 2021

Un Viaje en “UBER”; Entre la Extorsión y el Bache.

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Lo barato puede salir caro, sobre todo cuando de viajar se trata. La incertidumbre de la carretera, los compañeros de asiento, los baches y en el intermedio una gavilla de extorsionadores amparados con placa y charola oficial, todo ¡por 250 pesos! Es como ir al cine. Es el más auténtico souvenir de la realidad mexicana, donde la corrupción que se sepultó hace dos años, goza de cabal salud.

La práctica de no viajar en los camiones de pasajeros cuando se va a la capital del estado se ha popularizado. Ahora son particulares quienes hacen esas funciones. El servicio autorizado, desafortunadamente, pese a estar regulado por la ley, tiende a desaparecer.

La operación de estos, mantiene la estrategia de los horarios fijos, los que no siempre se ajustan a las necesidades del usuario. Es un factor de baja competitividad que aunado a los altos precios que exige la legalidad los mantiene al borde de la extinción.

Es casi la noche del miércoles y la necesidad de salir al día siguiente a Chihuahua muy de mañana, es urgente y de última hora. Hay que estar en la capital antes de las nueve para que alcance el día. Las salidas en la central son escasas, se han reducido en fechas recientes.

¡Las benditas redes sociales! esas que sacan de apuro o te meten en un problema, depende como te vaya en la feria, sin embargo, siempre tienen una opción que ofrecer y en mi caso, así fue.

¡Me decidí!, total que puede pasar y lo confieso, ¡use las redes sociales! Lance un mensaje SOS; “Necesito dos lugares para viajar de parral a chihuahua, pero eso sí, ¡que salgan a las 6 am!” 

De inmediato mordieron el anzuelo. es garantía. La respuesta casi fue instantánea, como si fuera el “google del transporte clandestino”, varias respuestas se acumularon en los primeros momentos.

Pasaron diez minutos y revise mi “face”, ahí estaban, no había lugar a dudas de la efectividad; ¡4 mensajes en inbox todos con amplia cortesía, poniéndose a mis órdenes... el cliente es primero!

Reté nuevamente a mi suerte y le respondí a uno; ¡jalo el anzuelo! me marco tan rápido, !como si ya me esperara! Nos pusimos de acuerdo en instantes. La descripción del servicio, no reparo en detalles; color de auto, modelo y lugar de abordaje (en el estacionamiento de Soriana). 

Me dormí tranquilo, pero el siempre impertinente despertador señalo con implacable escándalo que, había llegado la hora de incorporarse para poder estar a las seis de la mañana en el lugar convenido. Cuando llegamos hicimos ¡el cupo lleno!, 4 pasajeros y chofer.

¡Eso sí, será muy ilegal el servicio, pero eso de la sana distancia se respeta, hasta en lo clandestino, nadie se sube sin cubrebocas, fue así como inicio el cabotaje!

Lo pactado son 250 pesos, no hay descuento, regateo y menos aún se acepta la credencial de estudiante, maestros o INSEN, es la irreductible tarifa, que, confieso, además de garantizar la temprana salida, también es más barata que el viaje tradicional en camión de pasajeros.

La naturaleza no me distinguió con un “cuerpecito caribeño”, temí entonces que me cobraran sobre pasaje. Mi humanidad ronda en los 115 kg, no hay bascula, pero el delator principio de Arquímedes cobra la factura apenas a los primeros kilómetros de la travesía, cuando el cuerpo empieza a relajarse y se expande, pero, ya ¡ni como bajarse!

La situación era algo apretujada. Podría ser más cómodo, cuando el compañero de viaje es conocido, hay confianza pal recargon, pero cuando no, ¡ufff!, Ni como echar un sueñito, se la juega uno de a Buda ¡sentado y con las manos cruzadas, todo el camino!

Puedo decir que viajé en una normalidad inducida, hasta llegar a Valle de Zaragoza. Fue rápido; una velocidad de 120 promedio. La música era de “cumbion”, pero, era temprano y el cuerpo amodorrado lo sabe, ni cómo moverse, pese a que era el nuevo disco de los Ángeles azules, mmm, si no mas fuera más tarde, ¡no me agarran cansado!

Había vía libre desde Parral. El chofer a la salida se contactó con otros para preguntar por los federales a la salida, ¡no estaba el punto de vacunación, perdón, de revisión! 

En Zaragoza la suerte se nos volteo, bueno no, al chofer nada más. Padeció una mañanera decepción, al visualizar un retén, conforme se acercaba confirmó que eran de la policía ministerial, de esos que dicen en los medios de comunicación que garantizan la seguridad de los viajantes con su sola presencia porque están de vigilancia permanente, pero, ¡nada!

Los ingratos policías lucían “troconas” de un blanco que, contrastaba con su negra corrupción. La mala noticia fue confirmada por el chofer, ya está acostumbrado, parecen hasta conocidos, las palabras fueron clave; “es Revisión”

Me alisté para estirar mis entumecidas piernas. Por un momento pensé que nos íbamos a bajar todos, pero no, solo le hablaron al “contribuyente”, el chofer ya sabía a lo que iba y regreso luego, para preguntar; -alguien trae 200 pesos-, es el peaje de la aduana de Zaragoza, el salvoconducto ancestral que encarna la corrupción, esa de la que López Obrador redacto su epitafio hace dos años, goza de cabal salud hasta nuestros días.

Si no hay contribución, no pasan. ¿Cuál libre tránsito en este país? 

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Le adelante el pago, el chofer iba a hacer apenas “la cruz” con nosotros, pero se le adelantaron, lo crucificaron antes. Una vez pasado el punto de la extorsión, perdón de revisión, el chofer utilizó su celular para advertir a sus compañeros de andanzas de la mentada “garita” que itinerante se había apostado por el momento a la altura de Valle de Zaragoza.

Como para hacernos entender o que nos cayera “el veinte” la secretaria de comunicaciones y transportes ofrece a los caminantes que se aventuran en ese tramo, una zona de baches que se ubica unos kilómetros más adelante del lugar del atorzonamiento financiero.

La vibración o turbulencia terrenal nos recordó que estamos en México y aunque vivamos en el extremo norte, los usos, costumbres, extorsiones y rezagos son iguales, así literal; saltan a la vista, los sufrimos todos, pero nadie hacemos nada para cambiarlos.

Viajamos sobre las cuatro ruedas de una ilegalidad que todos conocemos. Vehículos carentes de permiso para dar servicio de transporte, surgen como una competencia desleal y una respuesta puntual al usuario. Existen porque a alguien le sirve esa clandestinidad; el oferente, los usuarios y las autoridades, todos somos cómplices de la corrupción, ¡hasta los baches!

El vehículo paga también el peaje a la carpeta asfáltica; se siente más cerca la vibración, es un carro pequeño y está más cerca del piso.  No se puede atribuir impericia del conductor, algunos hoyos se pueden esquivar, pero el frente es tan amplio y profundo que son ineludibles, el golpe avisó y se siente… ¡hasta el chasis y más arriba!

No salimos de una para cuando entramos en otra; ya pasamos por la mirada recaudadora de los cuerpos de ¿seguridad?, también por los baches y cuando pensamos que lo habíamos visto todo, entonces, casi llegando a Chihuahua, al cruzar por Palomas vuelven los mensajes de voz a los choferes para alertar de la posible existencia de más “problemas”, es decir otro centro de recolección de cuota, que por fortuna o piedad ya no estaba.

Ya casi para llegar al primer semáforo de la entrada a la capital, justo donde están los segundos pisos de la vialidad de zootécnica, ahí en la “centralita” nos apeamos y pagamos el servicio.

Iniciamos los quehaceres en la capital, después de una venturosa desmañanada y un aleccionador trayecto. Un mosaico de 220 kilómetros como intangible souvenir en el que quedan inscritas; la corrupción, el olvido y por supuesto, ¡la necesidad! 

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