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Crónica:

06 de julio de 2022

Graduación preescolar de un rarámuri en zona urbana; la otra historia de los niños de la pandemia.

La educación intercultural de San Andrés, donde siempre falta algo, ¡hasta un domo!

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Graduación de preescolar en la tarahumara de zona urbana. Son los niños de la generación del COVID, de la pandemia, del kínder Gabilondo Soler, de la comunidad de San Andrés, donde la pobreza ha establecido sus dominios y en su día a día siempre hace falta algo…incluyendo un domo para la escuela, ¡cuestión de inclusión y equidad, no de matrícula!

A las seis de la tarde, cuando el calor empieza a ceder y el trabajo de los padres marca su término, a esa hora, las maestras del kínder Francisco Gabilondo Soler decidieron que se hiciera la cita para la ceremonia de graduación de los niños del preescolar.

Son 19 infantes, la mitad de ellos llevan la sangre de los pueblos originarios en sus venas, pero no su dialecto, son monolingües por circunstancias y condición urbana, hablan solo español, el resto son bilingües, aún tienen ese vestigio de la lucha ancestral de los pies ligeros por conservar sus tradiciones y cosmovisión.

En la escuela el trabajo escolar se hace bajo el modelo intercultural en un esfuerzo oficial por preservar las costumbres y lengua. Las maestras han empeñado su esfuerzo en mantener ese modelo aun y cuando les implica un reto y también una doble carga de trabajo.

Una parte de la ceremonia se hizo en su lengua, incluyendo el himno nacional. Los pequeños lucían orgullosos sus trajes típicos, ataviados en manta blanca con contrastes rojizos, es el uniforme diario, que ¡hoy fue de gala! es otro de los símbolos para seguir manteniendo las tradiciones de los pueblos originarios de Chihuahua.

La maestra Yuridia Gastelum, directora del pequeño preescolar describe como la pandemia desnuda la realidad social del entorno ¡y encontraron la desigualdad en carne viva!

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Padre y madre tenían que trabajar para poder conseguir lo mínimo para los niños, el alimento diario, pudieran ser historias similares a cualquier escuela, solo que la adversidad aquí se ensaña, la circunstancia es aún más grave, no todos tienen la facilidad de un medio de comunicación con los padres, el teléfono es privilegio de pocos y cuando los llegan a tener, resulta que no saben leer ni escribir, esas condiciones derivan en que se apoye menos a los niños, el reto es mayor.

La ausencia en las aulas fue igual que en todo el sistema, una medida de prevención de contagios que dejo como opción trabajar en base a cuadernillos, nada classroom y de otros programas de apoyo, pese a ello, el esfuerzo no siempre fructificaba. Algunos niños se quedaban solos, al cuidado de los abuelos, no tenían quien les ayudara en las tareas programáticas. Al regreso de la semana, cuando se verificaba el avance, algunos estaban igual que como habían sido entregados; en blanco.

Pese a eso, hoy, el seis de julio, a las seis de la tarde, 19 pequeños tarahumaras estaban sentados en las filas de honor, de frente al presídium en espera de recibir la certificación de ese que sería su primer gran escalón del sistema escolar.

En este lugar siempre hace falta algo, pero la maestra replica que, con esfuerzo y paciencia, la ayuda siempre llega.

El material didáctico es la primera barrera, no se les puede pedir a los padres de familia como se hace en otros preescolares, porque aquí no hay para eso, en suerte hay para comer. Sin embargo, en otras instituciones de ese nivel siempre se les apoya, al final del ciclo, las maestras del Gabilondo Soler hacen la visita de la recolecta, reciben en donación el material que no utilizaron, es el que les servirá para iniciar el próximo.

No es todo. En educación marcan como política de asignación de domos para las canchas, la matrícula de cada institución. El kínder de San Andrés no ha logrado tener uno, esta lejos de los parámetros de la membresia mínima que les permita solicitarlo.

Sin embargo, la maestra Yuridia Gastelum no pierde la esperanza de que ese sueño pueda hacerse realidad. No apela a la atención por la matricula y tampoco piensa en engrosar los inscritos, la realidad es contundente y la alcanza, son pocos, pero esa misma condición compromete a la demostración de la eficacia de los postulados de la inclusión e igualdad del sistema educativo nacional, aquí tendrá una de sus pruebas.

Desde el pódium moral que da el haber logrado llevar al final del preescolar a 19 niños “de la pandemia” esa que ya es parte de su cotidianeidad de la cuesta arriba, desde ahí pide a las autoridades solidaridad para con la institución envuelta en un entorno adverso y solicita un domo.No es un capricho, es una necesidad, en mucho ayudara en el desarrollo de actividades al aire libre, las que hasta ahora se hacen bajo las inclemencias del tiempo, en especial los lacerantes y candentes rayos del sol.

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Romeyno el pianista de origen tarahumara había comprometido su presencia en ese preescolar, estaría en la ceremonia no solo como icono de la superación y el éxito en un mundo de chabochis, además como regalo de graduación deleitaría a los pequeñines con un recital.

Sin embargo, la azarosa adversidad volvió hacer estragos con los que menos tienen, ¡el artista y también funcionario municipal se enfermó de COVID y tuvo confinamiento forzado!

La jornada de festejo, de culminación y graduación de ese pequeño gran escalón del preescolar que se otorgó en el Gabilondo Soler de la comunidad de San Andrés, tuvo su cita puntual con la historia, a las seis de la tarde en el día seis del séptimo mes del 2022, fecha en el que no se ha vencido el COVID, el padecimiento no es parte de la historia, los graduandos son entonces la generación de ¡los niños del COVID! El estigma sanitario que los marcara de por vida, la adversidad los compromete a un mayor esfuerzo para salir adelante en su naciente vida donde han sido graduados ¡sin ir a la escuela!. 

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