23 de Diciembre 2021
El derecho universal a la correcta visión, en los niños de San Andrés
Estrenan lentes y festinan el encuentro con el color y la nueva definición del mundo.
No más aprisionamiento visual.
¿Cómo es el mundo a través de esos cristales?, ¡diferente, tiene otro color y forma! Así es la visión de los niños de primaria y preescolar con los lentes graduados, hechos a la medida, la ventana a la realidad del nuevo mundo logrado con el milagro de la buena voluntad de empresas, padres de familia y maestros. ¡Juntos siempre seremos más!
Tan pronto los tuvieron en sus manos, algunos los guardaron en sus bolsita, otros prefirieron usar esa llave, ¡se los llevaron puestos! Directo a la escuela, al campo de juego. ¡Se ve mejor hasta se siente! La emoción aflora a sus cándidos rostros y se dibuja en forma de sonrisa.
La buena voluntad de ALCHISA y grupo Coanzamex, padres de familia y maestros se conjugaron en un solo esfuerzo, cada uno en sus posibilidades y ¡lo hicieron posible! Así es la conjugación de las voluntades, siempre genera una resultante que en esta ocasión se concretiza en una mejor visión de los niños de primaria y preescolar. Fue el puente para redescubrir el mundo, ¡es la nueva y gratificante experiencia de vida! Atrás queda la prisión visual para estrenarse en una nueva mirada al infinito.
Llegaron desde temprano a la escuela Mati-Sike, es viernes, el último día de clases previo al receso por vacaciones de navidad. La cita con la nueva visión se había pactado con antelación, sin embargo, hubo de posponerse unos minutos ¡algo inesperado ocurrió! Llegó una caravana del DIF municipal, no podían competir, la tentación era mucha, los “santoclos” de la presidencia llevaban sacos repletos de dulces, bicicletas y regalos.
La tentación de estar ahí, en medio de la música y la rifa de los regalos, ¡fue irresistible! y pospone unos minutos su encuentro con la nueva visión del mundo. Si lo que ven ahora se los hubieran contado, ¡no hubieran dejado pasar un solo minuto!, pero... ¡de inmediato se aprestan a recuperar el tiempo perdido!
La comunidad de San Andrés, está ubicada en la salida de Parral a la carretera a Chihuahua. Los pequeños son estudiantes de la escuela primaria Mati-Sike y del preescolar contiguo. Apenas el lunes y martes se les había tomado la graduación y hoy, tres días después ¡ya estaban!
La emoción de ver el nuevo mundo arranca sonrisas de candidez e inocencia.
Los colores de los armazones fueron atractivas, los niños uno a uno se fueron acercando desde el fondo hasta el frente, como si fuera el receso, el primer llamado fue por nombre y apellido, pero, apenas se escuchó, parecía que todos se llamaban igual, impulsados por esa indómita energía que da la curiosidad, se acercaron ¡todos! hicieron una formación de medio circulo y en el centro estaba el primer graduado… ¡de lentes!
Con ambas manos se colocó los anteojos y… ¡a partir de ahí, ya nada fue igual! Se hizo la metamorfosis visual que linda entre los dos mundos, el de la visión distorsionada del antes y la de color y claridad y definición del ahora, ¡Es la ventana a la otra dimensión que llego para quedarse!
Los armazones al igual que los cristales fueron hechos a su medida y gusto, tenían colores atractivos, multicolores, diseños ergonómicos y si algo faltaba… ¡la bolsita para guardarlos, venia en varios tonos!
Uno a uno fueron llamados, hasta entregar la totalidad de lentes, desde el otro lado de las rejas del barandal de la escuela, expectantes, algunas madres y padres de familia observaban la metamorfosis de sus pequeños, ¡eran otros! Era como si ese derecho universal a la salud de los niños, de pronto cobrara una retroactiva vigencia.
El uso de lentes les da un nuevo aire en su fisonomía, lo intrínseco había aflorado al exterior. Algunos dejaban escapar la expresión de la emoción que se entremezcla con algo de pena y una culpa momentánea, por ver diferente, dejan escapar una risa nerviosa es la señal de la liberación, no más aprisionamiento visual.
La sonrisa cautivadora delata la falta de algunas piezas molares cuya ausencia forma una pequeña ventana por donde se asoma la candidez e inocencia.
El derecho a la educación a veces no solamente tiene obstáculos en la burocracia, también se ubica ¡en la naturaleza! Los defectos congénitos circunscritos a la visión son uno de ellos.
Aquí no hay amparos que valgan, acusaciones, ni denuncias que lo corrijan, la solución es intangible, es de voluntad, esa materia universal que engendra la disposición de los hombres y mujeres de buena voluntad, que unidos suman más que la resultante algebraica de sus partes.
Los programas oficiales de atención a los defectos visuales suelen ser lentos y hasta omisos. ¡Cuando se quiere, se puede! Así de fácil, cuando el problema se detecta en lunes, para el viernes llega la solución!
La cita con el reencuentro con la normalidad había llegado. Alguno no esperaron y ¡experimentaron más allá de la escuela! Se fueron a jugar, sus habilidades habían cambiado de hoy en adelante, esos lentes potencializaron sus alcances, los cristales se habían convertido en su nueva fuente de poder.
Tres de esos gladiadores de la travesura y la aventura, hicieron una pausa en las faenas del juego en un improvisado campo de la comunidad de San Andrés. Se divierten, sin juguete, ¡lo que importa es el juego! Ese que fortalece las relaciones y forja el carácter. Son tímidos, pero se animan y retan a la fotógrafa para que tome una gráfica que inmortalice ese momento. Quieren que se vea que lucen diferentes con sus gafas y por supuesto, si es posible, ¡que se capte también su nueva visión!
La brigada de entrega de lentes, saben muy bien que el problema no siempre llega puntual a la cita, así que hay que buscarlo, porque la solución ya está lista.
Aquí, en San Andrés la necesidad tiene domicilio, se ubica por calle y numero. En las pequeñas casas de los techos rojos construidas en adobe, los tubos de las estufas humean durante todo el día, no dan tregua, menos cuando el día amaneció nublado, lagañoso y con una sensación de lluvia y frio, se delatan, como diciendo, es inútil que toquen, ¡estamos todos adentro! Y… Solo hay que pasar.
Casi todos los lentes han sido entregados. Primero en la escuela, luego en las humildes viviendas. El maestro de grupo los conoce, sabe dónde viven sus ovejas, como buen pastor del rebaño escolar, los llama por su nombre, salen, primero cohibidos, con pena y culpa de no haber acudido a la cita en la escuela, reciben el regalo, se lo prueban y a partir de ahí ¡estrenan nuevo mundo!
En medio de las entregas hay un paréntesis, es una vivienda donde no hay escala para la entrega de lentes, pero si para conocer de otras necesidades, quizá más apremiantes, ¡la comida del día!
Una mujer de origen indígena, cuida a sus tres nietos, quienes absortos de lo que pasa en la vida real, juegan en el patio, ese es su mundo, sus elementos son la tierra y el agua. El frio a curtido sus mejillas y manos, los cachetes han sido esculpido por el viento helado que cincela líneas hasta hacerlos rugosos al tacto, pero flexibles a la alegría, generosos, no escatiman sonrisas a los visitantes.
Carolina dice sin manifestar emoción en sus palabras de un español apenas entendible, que hoy si tendrán para comer, el padre de uno de los niños les ha llevado frijoles. En días anteriores, confiesa uno de los acompañantes de la comitiva, no han corrido con la misma suerte o por lo menos no las tres ocasiones que requieren.
Al responder por su alimentación del día, ella duda en la respuesta. La pregunta indaga si ella ya hizo alguna comida para esa hora del día, es la una de la tarde, asienta con la cabeza en señal de confirmación. La certeza siembra en los visitantes un mar de dudas y rompe con el oleaje de la desventura la emoción hasta el punto de la lágrimas. ¡Hay que hacer algo!
De regreso a la escuela, se da por terminada la jornada de ayuda. Son pocos los lentes que no lograron reunirse con sus pequeños dueños, pero, quedaron en resguardo en la dirección, son casi las dos de la tarde y el edificio de la primaria quedara sellado hasta entrando el año.