Erik Jurado

La vida nos da lecciones empíricas, que con regularidad se vinculan con las leyes naturales y sociales. Una de las reglas más claras en el ejercicio del poder es que la rienda se sostiene con fuerza o de lo contrario se pierde el control y difícilmente puedes retomarlo. El gobierno actual del municipio tuvo un pésimo inicio, y es que ya desde el periodo de campaña era muy evidente que el candidato a presidente no tendría autonomía, pues obedecía a un liderazgo creado con la finalidad de conservar el poder y el interés económico del dueño de la tiendita.

Además de iniciar con un liderazgo disminuido o de tapadera, hoy se enfrenta la administración a una serie de movimientos en el equipo frente al poder que dejan clara la ausencia de firmeza en la rienda.

El equipo de la administración actual no es un equipo al parecer son tres y no obedecen a quien encabeza, el menos en apariencia.

Además de generar un ambiente de inestabilidad, que hoy se vuelve evidente, lo extraños movimientos en las direcciones y el equipo de gobierno, además de las disputas internas tan corrientes, se avizora un declive en la gobernanza, que eso a la postre es el vaticinio de una debacle.

Obras heredades con el interés máximo de seguir llenando la alcancía de ese que quiso ser gobernador, y un ejercicio sin sentido y una falta de visión de gobierno.

La política local debe restructurarse y construir una visión, pero eso no es posible cuando el juego es prestado, el escenario se está dibujando, y vemos una ciudad a la deriva, sin líder, con conflictos internos y sin claridad a donde deberá navegar el bote, o hacia donde guiar la rienda.

En suma, somos como sociedad el resultado de un deseo indomable por figurar, pero sin una visión de ciudad y mucho menos un interese genuino de llevar las cosas a algún puerto.  Además sumando todas las piezas el futuro no es esperanzador, por que la administración pasada se encargó de desmantelar las diferentes fuerzas que en un momento de crisis pueden plantear salidas alternas, hoy vemos como las cosas se aproximan paulatinamente a su propia extinción y no nos queda más que repetir en nuestras cabezas el viejo adagio; “lo que mal empieza, mal acaba”.

El camino de las otras fuerzas políticas es el de la organización y la reconstrucción luego de la tormenta, los medios de comunicación deben recobrar su credibilidad y las instituciones educativas y de investigación volver a la neutralidad que da la ciencia.

Pero en ese camino sinuoso veremos poco a poco como se extingue el camino naranja con tintes de independiente, esto como un vaticinio bastante apresurado, pero el camino estaba dibujado.