Erik Jurado

La esfera política está muy desgastada, en una democracia muy deficiente en la que no se ha logrado educar al elector sobre temas comunes, existe profunda corrupción, los cuerpos autónomos en realidad no lo son y otros tantos defectos, hay un problema mayúsculo; la pobre comprensión de los “políticos” sobre su tarea.

El problema del que hablo es un problema de fondo. En un sistema monárquico se tiene claro que la idea central es la conservación del poder, la guerra es una medida para mantener el poder concentrado en la figura que sostiene el poderío del pueblo, en las aristocracias por ejemplo de lo que se trata es de cuidar al grupo, que por definición es el más importante, pues es el grupo que genera las decisiones de poder para la sociedad.

A diferencia de los sistemas ya citados el sistema democrático tiene diferencias que son clave, y precisas de ser entendidas. Aunque los proyectos políticos en democracia, se construyen en equipo, las decisiones de los equipos deben ser pensadas en términos de causas sociales.

A diferencia de la monarquía la idea central no es defender a un gobernante, pues en los sistemas democráticos no tiene sentido, incluso es contradictorio. Pero tampoco en los sistemas democráticos la idea central es defender a un grupo en concreto sino a toda la sociedad como conjunto, es por eso imperante que las democracias generen un vinculo muy especial con los ciudadanos, porque incluso al final el ciudadano común es el que decide la representación de todo el sistema.

El error clave de la política en nuestro país es que los grupos políticos con normalidad asumen al sistema de decisión como monarquías y defienden a ultranza a figuras indefendibles, o en su defecto se auto asumen como grupos aristócratas, y la clase política se siente de un grupo muy especial, que puede incluso aplastar a otros.

No tenemos una cultura democrática y del servició público. Ejemplo de esto es lo sucedido con el frente por México, que terminaron por darse con todo entre ellos, para salva guardar figuras indefendibles de los partidos, y olvidaron su compromiso prístino, ese de defender la democracia, en realidad no existe una visión de causas, solo la suma total de intereses.

Mientras no re surjan esas causas comunes seguiremos viendo proyectos fallidos, esos que no son para el pueblo, son para los partidos y sus grupos.

Si se quiere reforzar el sistema democrático, sí se debe cuidar a las instituciones, se debe educar al elector, se debe asegurar la pulcritud de procesos, pero sobre todo se debe condicionar a la clase política para que piensen como demócratas, y que sus luchas sean las luchas de todos, no solo las luchas de su partido o de su grupo dentro del partido. Se debe tener equipo, pero se debe pensar para el pueblo.

La democracia se funda entonces de una conciencia mayor en el todo, y en la identificación de casusas sociales vinculadas con el interés de los particulares.