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Entrevista:

02 de septiembre del 2022

Oscar el gambusino, irredento explorador de las entrañas de la tierra

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¡Hay quien busca la gloria en el infierno! En las profundidades de la tierra, contrariando con esa insistencia generacional al imaginario celestial que marca el domicilio sacro en el infinito de las alturas. Entonces el cielo es lo bueno y las entrañas de la tierra ocultan lo malo y siniestro.

Esos seres de las penumbras de la tierra, son callados, discretos, inadvertidos, los únicos reflectores que disfrutan y le son indispensables están bajo tierra, en los terrenos inexplorados que son a la vez los guardianes de las riquezas apreciadas en la superficie. Tratar de describirlos en una introducción es un reto que amerita ayuda;  

Siempre que se hace una historia
Se habla de un viejo, de un niño o de sí
Pero mi historia es difícil
No voy a hablarles de un hombre común

Haré la historia de un ser de otro mundo
De un animal de galaxia
Es una historia que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea
Es una historia enterrada, es sobre un ser de la nada

(Silvio Rodríguez, canción del elegido)

Esa semblanza sería lo más cercano a una descripción sencilla del complejo perfil del gambusino, del eterno buscador de ilusiones, el acosador de los ríos, el ermitaño lavador del oro que en medio de la nada espera lo que deja escapar la montaña en su roce con el agua. Su mutación se encarna ahora en un irredento explorador de las entrañas de la tierra donde busca los tesoros ocultos de la naturaleza.

En la región minera de Santa Bárbara, en el sur del estado, la explotación minera tiene historia de más de 400 años. Es la herencia española, los ibéricos tuvieron incursiones en el norte y llegaron hasta el sur de Chihuahua e hicieron las primeras incisiones a la tierra en busca del brillo del oro y la plata.

Desde entonces existe la industria minera y esta crea, sin proponérselo, otra oculta y paralela, el gambusino que da vida a los fundos muertos y desolados.

Todos los días por el cerro de san Nicolas y otros muchos de los que hay en Santa Barbara se les ve caminando, salen de sus casas con la certeza de a donde van, pero con la incertidumbre interna de si podrán regresar, es una voz interior que callan para evitar una preocupación que sin saberlo ya es compartida con sus familias en el silencio. No se dice pero se huele en el ambiente, se siente en roce de las ásperas cuerdas de la vida ¿o de la muerte? las del descenso y ascenso, en la vibración de la mano que se cimbra con el cincelado y luego despierta con la “pegada” de dinamita. La mina duerme, pero en cualquier momento puede despertar y cobrar el allanamiento en una costosa factura corporal que hiere y mata.

Oscar es una de esas historias vivientes, un gambusino, de los pocos que se atreven a dar un testimonio de lo que hacen y sienten, aunque no quiere fotografías y pide reservar su nombre. Su aspecto parece de más de cincuenta, pero no llega al medio siglo. Las cicatrices de 28 años de trabajo en el centro de la tierra se muestran en sus manos callosas, su vestimenta de trabajo lo delata.  Él es parte de esas hordas de buscadores de ilusiones, de la vida, ¡del sustento!

¡Mire amigo, en un golpe de suerte puedo llegar a traerme hasta 60 mil pesos, pero igual, a veces no traigo nada, ni para las sodas! Es su carta de presentación ante los insistentes cuestionamientos relacionados con lo redituable de su azarosa actividad.

A un lado descansa la “curra” de mil batallas, así le llaman al costal con el que desciende 700 metros para cargarlo de piedras impregnadas de metales preciosos. La presenta, mostrándola y dice; ¡la llenó con el material que voy viendo, el que selecciona con la “tentadurita”. Veo cual piedra si tiene y la echo al morral, una vez llena, de la misma manera que bajamos, así lo subimos, a puro pulmón, esfuerzo físico a través de cuerdas, escaleras además de oscuros y traicioneros acantilados ocultos en la penumbra.

Describe su sitio de trabajo; Ahorita estamos en una mina que tiene unos 900 metros de profundidad, trabajamos en ese lugar, pero, no solo soy yo, ¡viera usted durante las mañanas cuantos llegamos, he contado hasta 50 personas, para todos da la mina, cada quien trabaja por su lado! Pero somos muchos más, hay otros que están en otros lugares.

A mí me gusta trabajar solo, pero en este negocio no es bueno, lo hice unos años, pero después ya me acoplé con mi hermano, los dos bajamos, ¡pero cada quien hace su carga!

La indumentaria es sencilla, la única protección que tiene esta en los pies, los zapatos de trabajo, el casco de protección no lo utiliza, las lámparas si, son indispensables para hace posible la visión la ilusión minera.     

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- ¿Cuándo sacan el metal, donde lo venden?

-aquí, hay compradores -en Santa Barbara-

- ¿Por qué realiza esta actividad?

Menea la cabeza y sentencia; - ¡por necesidad, aquí no hay mucho que escoger, de asalariado no vive uno!, -luego reflexiona, -aunque también es por tradición, ¡mi padre y abuelo vivian de esto, es lo que sabemos hacer!

- ¿es una actividad ilícita?

-No. Las minas no son nuestras, pero están aquí, donde nacimos y moriremos, en nuestra tierra. Es más fácil que ellos se vayan a que nosotros abandonemos este lugar.  

- ¿Es una actividad peligrosa?

-Sí. Nos jugamos la vida a diario.

- ¿Han fallecido amigos o familiares en este trabajo?

- Varios amigos ya se han ido y también familiares. ¡Mi tío voló desde 300 metros en la mina! otros quince se han ido por la fiebre del oro que mueren en la oscuridad.

- ¿Han intentado buscar trabajo en la empresa minera?

-Si, pero no nos dan la oportunidad

¿Vender a la empresa el material que recogen no es opción?

- No la compran. En cuanto nos ven llegar, los guardias nos corren

- ¿Entonces trabajan en la ilegalidad?

-Mire, cuando nosotros llegamos, los hoyos ya estaban hechos, por los españoles, por la empresa o por quien sea, los abandonaron, para ellos no es redituable, ¡para nosotros sí!

- ¿Por qué ustedes si le encuentran valor?

-Nosotros bajamos y nos fijamos muy bien donde hay una veta, luego empezamos a escarbarle, la vamos siguiendo hasta que se acaba, juntamos lo que va cayendo de material.

¿Cómo “tumban” el material?

-Casi siempre a puro “cincelado” y golpe de marro, pero también hay ocasiones en que usamos explosivos, hacemos una “pegada”

- ¿no hay riesgos?

- ¡Desde el momento que bajamos! Las sogas se pueden romper, podemos pisar mal y caer en un desnivel profundo. Ahorita nosotros descendemos hasta 900 metros, ¡estamos a 19 niveles! Los derrumbes son otro factor, podemos quedar atrapados o morir aplastados por una roca.

- ¿y no tiene miedo?

-Temor siempre hay. Sabemos que si algo pasa es porque mi padre Dios así lo quiso, aunque eso sí, ¡hay que darle una ayudadita y tomar precauciones!

- ¿vale la pena?

- Quizá esta actividad no, ¡pero el bienestar de mi familia sí!

¿a usted no le ha pasado nada?

- ¡Sustos nada más! Hace unos días estuve a punto de morir, pero no me gusta platicarlo, me lo guardo, solo uno sabe lo que pasa allá abajo.

Oscar es un hombre de menos de 50 años de los cuales más de 20 son en esa actividad, ¡la mitad de su existencia! tiene una esposa y cuatro hijos que mantener. Las demandas económicas están a cada momento, incluso durante la entrevista hace pausas, los niños piden para golosinas, quieren salir, el intruso entrevistador ya es de confianza, incluso un aliado, está hablando con el papa, ¡no pasa nada!, presionan - ¡dame dinero para ir a la tienda! Dice el niño y el hombre rasca sus bolsillos como lo hace con las entrañas de la tierra, saca un billete y el infante se retira feliz a la calle, él al igual que Oscar, en ese sencillo trueque de vida obtuvieron lo que quisieron; una misma satisfacción sentida desde los extremos, al final lo que importa son los momentos.  

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¿Cómo aprendieron este trabajo de gambusinos?

-Los viejos nos van diciendo, nos llevaron, nos enseñaron, ellos ahora no están o no pueden ir, pero tenemos el legado de lo que nos han dicho.

¿Cómo sacan el material?

-Con una curra -un costal-

¿Cuánto le cabe?

-Hasta unos 40 kilos

- ¿Qué hacen con el mineral?

-Lo vendemos, aquí hay compradores

¿Cómo saben cuánto vale?

-Lo llevamos, hacen un ensaye, al otro día nos dicen que ley trae y nos pagan

¿Qué es un ensaye?

-Miden cuanto tiene de cada metal

¿Cuánto es su ingreso diario?

-Entre quinientos y mil pesos, pero hay veces que nos puede mejorar la calidad del material y llegar hasta cinco o diez mil pesos. 

¿Cómo lo determinan?

-Al hacer el ensaye, este determina que contiene, si logramos cincuenta gramos de oro, el precio que nos asignan es de 25 pesos por kilo, La plata valdrá 5 y el plomo 1. La combinación de estos factores da el total. Pudiera decirse que suman 31 pesos, usted lo multiplica por la carga que trae y ahí sale.

Entonces Oscar saca los materiales necesarios para dictar una empírica clase doctoral de minería, es una edición especial para ignorantes del tema. Muestra una piedra molida de color azul, dice que ahí está el oro, él hace su propia tentadura, lo mete a un cuerno rebanado a la mitad tiene agua, lo va tentando y el oro se va asentando, ese es el método.

Ya entrados en confianza muestra el tesoro mejor guardado; un material que ha sacado hace días, pero ese no lo ha vendido, le tiene fe, dice que esta esperando llevarlo hasta Parral, hacer su propio ensaye, tiene la corazonada que contiene un tesoro mayor que los demás.

Cada uno de los mineros podrían hacer su propio ensaye, pero no tienen dinero ni medio de transporte para hacerlo, en especial para viajar hasta Parral, donde pudieran tener más certeza de los resultados y mejor el precio de compra. 

- ¿Cuál es su horario de trabajo?

-No hay. Ayer salí de la casa a las 7 de la mañana y regresé a la una de la mañana del día siguiente. Abajo no pasa el tiempo, corre sin sentirlo en la tarea de llenar la curra y regresarse.

¿Cuántas veces va a los tiros de mina?

-Los necesarios, aunque nunca son suficientes. La necesidad nos hace movernos. Cuando hay buen ingreso, ¡me calmo unos días! Pero luego se acaba y la necesidad regresa o antes por decisión propia, porque ya es nuestra vida estar abajo. 

Las historias se cincelan en el día a día. La entrevista se interrumpe, porque hay que seguir con la labor de la búsqueda eterna de la felicidad, cada quien la hace a su manera y por el camino que elige, aunque al final Oscar sabe que siempre se llegara a la misma conclusión, la minería es un medio, no un fin, aun así, es el encuentro con la razón del ser y su motivación que reside en la familia, ¡Genesis y apocalipsis del esfuerzo diario!    

“Pero las piedras son frías Y le interesaban calor y alegrías, Las joyas no tenían alma sólo eran espejos, colores brillantes” (Silvio Rodríguez)

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