La desgracia de México
7 de febrero de 2022

Sota, Caballo y Rey
Dr Fernando A Herrera M

Nuestro país vive en la incertidumbre permanente, su gente tiene que salir a trabajar todos los días, sin saber el rumbo del país, trabajan no para engrandecerlo ni para una mejor vida en un país que progrese y se supere, sino para llevar sustento a su familia y en ese diario empeño son extorsionados por agentes de vialidad, de policías y si en sus tareas diarias son objeto de engaño, abuso o fraude, ya saben que ir a denunciar no servirá de nada, por que las autoridades están corrompidas de origen, y ahí ganará quien se ponga vivo, si desean progresar económicamente tienen que hacerlo aprendiendo el juego de la corrupción que está en todo y en cada lugar.
Ahora que los militares se han empoderado tienen que aguantar abusos e infracciones de una Guardia Nacional que no tiene reglas (todas sus acciones son objeto de reclamo legal y pierden por qué no hay base jurídica que los sustente) y que trabajan a lo que va saliendo, sin objetivos por qué hay orden de no perseguir a nadie de los machuchones, (esos si son de verdad, no los empresarios) pero sí con la ambición de que su cargo deje algo. La historia de México nos enseña que sea quien sea el gobernante la corrupción campea libre y dinámica, con crecimiento superior al de la economía. Dos sexenios y medio son muestra clara de que el ejército no es la solución al problema de la inseguridad. Los programas sociales del actual presidente ya se cayeron aunque el presidente no se ha callado para seguir presumiéndolos, está demostrado qué hay corrupción en la implementación de todos ellos y que la corrupción ha desaparecido sólo en la mañanera.
Los problemas del país no son de soluciones por ocurrencia o de la voluntad de un sólo hombre; son estructurales y para resolverlos se requiere de un proceso serio que empiece por la educación de las nuevas generaciones.
Educación en la que se le sigue mintiendo a todos acerca de quienes somos, de dónde venimos, quiénes y cómo eran y fueron a los que nos dicen que son nuestros héroes, educación que sigue siendo impartida por maestros afiliados a sindicatos que dominan al sistema, unos de forma pasiva (aparentan ser filiales) y los otros a la mala. Es tiempo de reconocer qué hay que empezar a hablar con la verdad en todas partes y en todos los asuntos.
Los militares han ido perdiendo respeto de la población a la par que han ido cobrando poder y concesiones. Las policías, por buena que sea la instrucción en las academias, al egresar terminan haciendo lo que se hace por que desde que entraron a la academia ya tenían fija la idea de lo que experimenta la población en el día a día. Se dice que para cambiar al mundo basta con que cambie uno mismo, pero para que eso pase debemos ver y atestiguar lo que hacen los padres, los maestros, los funcionarios,
los gobernantes, etc., por que eso es lo que de verdad enseña, y no las palabras. Dos o tres horas diarias de mañanera nos arropan de información pero si no hay el ejemplo vivo de que lo que se dice se hace, entonces de nada sirve hablar tanto.
Entiendo que no todo es podrido, pero lo bueno qué hay, por que lo hay, se pierde entre la costumbre.
Terquedades
Las palabras entran por los oídos, pero el ejemplo va directo al corazón y la mente.
Si lo dices pero no lo haces, entonces no vale y los hijos creen que es un juego que debemos aprender.
Los maestros enseñan a leer, a hacer operaciones pero luego constatamos que sus intereses como gremio son superiores pues también aprendemos el juego. En la función pública, el discurso de honradez y de manejos transparentes choca con la realidad y entonces constatamos que hay que seguir el juego.
Son muchos ya los ejemplos de corrupción conocidos como para seguir comiendo peroratas.
Parece una misión imposible, pero los países nórdicos y muchos otros nos dicen que si se puede.


La Expresión Continúa...

