La divinidad
14 de marzo de 2023

Irvin Omaet Alemán Hernández.
"Todo es animado y todo está lleno de dioses.” Tales de Mileto.

El ser humano es mucho más que una máquina o un animal; si este fuese meramente materia, o sea, sus impulso y su corpulencia, sería la más débil de las bestias; por el contrario, si este fuese únicamente su psique, no sería diferente a cualquier AI; si finalmente dijéramos que es una amalgama de ambos, sería meramente un autómata, que cumple con las tareas asignadas, pero que no tiene capacidad de crear. “Todo el trabajo del hombre es por su boca, pero esto no basta para llenar su alma,” Eclesiastés 6:7. La diferencia principal de una máquina y un ser humano la podríamos encontrar en el arte, puesto que le es imposible a la primera el crearlo. En una ocasión, en Facebook me encontré en una situación curiosa: vi el comentario de un amigo en una publicación, “Que perra”, fue el comentario, en referencia a la patineta que otro amigo compartía. Como han de suponer, la página bloqueó el comentario ya que la palabra “perra” resulta ofensiva. Nada más y nada menos que un algoritmo es el que detecta dichas palabras y decide bloquearlas, es justo aquí que me di cuenta de por qué un autómata no puede hacer arte, lo puede imitar, puede replicar lo que un artista haga, pero no puede sentirlo, no puede transmitir un mensaje subjetivo a través de su obra, no tiene la capacidad intersubjetiva de interpretar de manera distinta una misma palabra; la máquina tiene una inteligencia vacía y carente de significado. Ahora, yo respeto a los ateos, durante un tiempo en mi vida incluso me cuestionaba si yo mismo lo era, pero pienso hoy por hoy que la postura atea es una que asume mucho y cuestiona poco, es una que tiene por objetivo crecer el propio ego más que una cuestión de verdadero significado sobre la divinidad, pero ¿Qué es la divinidad? Como dije anteriormente, la conexión que tenemos con la divinidad o el espíritu es tan antigua como lo somos nosotros y es por ello que el concepto de la divinidad es intersubjetivo, cultural. El ser humano le ha dado el estatus de divino a un sin fin de cosas a lo largo de la historia. Las primeras muestras de ello son las religiones animistas, la primera muestra de espiritualidad y religión que expresó el humano, cuando se le atribuía a todo lo existente sobre la tierra roja, un alma y un factor de la naturaleza sobre el que tiene influencia, por lo tanto, al que hay que venerar de alguna u otra manera. También se hizo veneración a aquellos aspectos de la naturaleza que el ser humano era incapaz de describir, explicar, predecir o controlar. De estas primeras ideas sobre la función que cumple cada parte del universo es que podemos analizar la verdadera cara de la divinidad, no como un ente abstracto y consciente, sino más bien como esa sinergia que existe en el universo. Una interpretación más es que la divinidad es aquel valor más alto que considere una persona o cultura, ya sea el miedo, la guerra, la sabiduría, la virtud, etc. Y por último, podemos observar a la divinidad como lo hacían los romanos, los griegos o los vikingos, cuyo emperador era la imagen viva de Dios gracias a sus virtudes y cualidades que lo hacían sobresalir de entre los demás, exagerando dichas cualidades en el boca a boca hasta que la leyenda de aquella persona se convertía más bien en la de un dios o ser divino. Sin embargo, todo esto no es más que lenguaje alegórico, estas ideas no son fantasiosas, al menos no en su principio. Los dioses antiguos no eran superhéroes, ni siquiera eran figuras o entes reales, eran metáforas con las que se expresaba cada uno de los aspectos de la naturaleza; en su miedo, lso griegos veían al dios Fobos, así como en Ares veían su tendencia violenta hacia la guerra y en Atenea su deseo de alcanzar el saber. El cristianismo y judaísmo, por ejemplo, en sus inicios no veían a dios como un hombre de barbas blancas que, sentado sobre su nube, juzga los actos de todos sobre la tierra; más bien la figura de su “Dios absoluto” es la de ver todas las manifestaciones divinas que mencioné con anterioridad, como caras de un mismo dado; es juntar todas las expresiones de espiritualidad y sinergia del universo en una única palabra que describa la belleza y armonía que puede salir del caos. Por último, el descubrimiento más bello que se ha hecho lo podemos ver reflejado en las enseñanzas del cristianismo primigenio o el budismo, siendo este el de que el hombre es un dios en potencia. Al eliminar sus vicios, al acercarse cada vez más a la “perfección” o a la virtud, se acerca a su vez más a la divinidad. Todo esto es lo que alegóricamente la humanidad hacía en sus cultos originalmente, antes de que estos fueran manchados por el juego del poder represivo y la política. O como dice Hermann Hesse: “La divinidad está en ti, no en conceptos o en libros. La verdad se vive, no se enseña.


La Expresión Continúa...

