DICHO POR ROCHA

Hubo un tiempo en que Guadalajara estuvo llena de bicicletas durante las primeras décadas del siglo XX. Bicla y tranvía compartieron civilizadamente las calles tapatías al lado de otro medio de trasporte, el coche de caballos, para convertirse de manera paulatina en un objeto típico llamada calandria. Después se fue volviendo dueño y amo de las calles el temido automotor.

La bicicleta, más al alcance de las clases populares, fue extendiéndose, hasta que la sociedad tapatía, prejuiciosa y pretenciosa de esos ayeres, le pareció indigno, derivado en objeto de burlas, estorbo de su majestad el automóvil, pesando en el ánimo de los aristócratas la posibilidad de que la “Perla de Occidente” fuera considerada ante otros un “pueblo bicicletero”. 

A principios de los años setenta, el jefe del Departamento de Tránsito prohibió a los ciclistas entrar al centro de la ciudad para salvaguardar el imperio del automóvil. Hoy primero de septiembre de 2022, la Avenida Hidalgo de ésta Metrópoli, excesiva, desaforada, frenética y agobiante, tendrá un experimento: carril exclusivo para trolebuses, autobuses y bicis.