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Lo que no se dice...

20 de agosto de 2025
Lo que no se dice...
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PACHECO. - Sí, ¡claro que fue un fraude! La referencia es para el sonado caso del Grupo Pacheco y no admite otra palabra. Pero lo que duele no es solo la magnitud del daño, sino el consentimiento colectivo, la complicidad silenciosa y la ceguera selectiva que le permitió florecer.

DIMENSION. - Pero…no fue un fraude que se cometió de un día para otro, tampoco se puede decir que no hubo señales de defraudaciones similares que debieron prender la alerta y menos aún que no había signos que anticipaban lo que ocurriría.

DATOS. - Había datos inequívocos de que los espejismos financieros estaban por desvanecerse. Uno de ellos fue cuando dejan de fluir los generosos intereses mensuales que hacían sentir a los inversionistas como corredores de bolsa profesionales y percibían que se estaban volviendo ricos por el solo hecho de haber depositado dinero en esa empresa.

DISFRAZ. - Hubo otros síntomas que, aunque disfrazados dejaban ver, porque esa oficina de estafas se veia como un fraude desde el primer momento, desde que alguien prometió lo imposible financieramente, y alguien más decidió creerlo, desoyendo la lógica y fingiendo ser poseedor de un atino financiero, reforzando esa idea porque mientras duró, muchos ganaron. Y mucho. lo que, por cierto, también podría considerarse como una complicidad del fraude que estaba por venir.

SOCIOS. - Hay que decirlo sin rodeos: no todos los afectados fueron víctimas inocentes. Entre los inversionistas no sólo había adultos mayores confiados o ciudadanos cándidos con escasa información financiera. También había empresarios, profesionistas e integrantes de familias acomodadas social y empresarialmente, por codicia no se preguntaron nunca cómo se podía pagar un 8% mensual, cuando cualquier banco a duras penas da eso en un año, prefirieron guardar silencio y recibir los beneficios que indudablemente provenían de otros que habían llegado después y que eran la base piramidal del fraude.

CUENTOS. - Prefirieron convencerse de que ese milagro tenía nombres: “el Kevin y el Brayan”, tal y como se presentaban asi mismos los modernos “Reyes Midas” de Parral, se jactaban de su origen en el barrio de Fátima lo que, entregaban entre líneas como garantía y arraigo social para dar confianza a sus victimas, presumían que ahí vivian sus padres, como disfrazando con ello su espíritu mercenario.

ENGAÑO. - Vendían la narrativa de ser esos chicos de barrio que de la noche a la mañana le entendieron al juego del dinero mejor que los grandes banqueros que empeñan su vida y generaciones en hacer funcionar un sistema con ganancias menores… En realidad, lo único que hacían era alimentar un esquema piramidal de fraude, ni en eso eran auténticos, ese sistema de timar a los parralenses tiene antecedentes generacionales, de Pegaso hasta nuestros días incluyendo algunas variantes contemporáneas.

CULPABLES. - En ese esquema piramidal cuenta mucho la confianza y le apostaron al testimonio de personajes con liderazgo social, pero sobre todo económico, los hicieron sus principales cómplices ya que moralmente fueron “garantes sociales” del fraude en gestación: promovieron al Grupo Pacheco, lo recomendaron como ¡lo nunca visto! y hasta presumieron sus ganancias en grandes fiestas y mostraron los autos y regalos obtenidos en las reuniones de los socios de la estafa.

INVESTIGACION. – Ellos se convirtieron en “influencers” financieros de bolsillo sin saberlo, aunque en el fondo no podían explicar el “milagro” financiero que lo beneficiaba fue más cómodo no investigar, la desmemoria era alentada por la generosa remesa mensual que les entregaban como intereses, entonces en sus platicas alentaban la expansión de la red delictiva al recomendar a otros que invirtieran y promovieron que les creyeran a los jóvenes “del milagro financiero” de Fátima.

VICTIMAS. – Ayer terminó por colapsar el falso sistema y en su caída aplastó a los más vulnerables. Ahora, el escándalo está en boca de todos. Hay denuncias, pero no hay detenidos y tampoco propiedades embargadas. Lo que si hay es mucho silencio, especialmente entre quienes se beneficiaron, porque en ese negocio no todos perdieron, hay quienes ganaron, duplicaron y triplicaron su dinero, pero hoy a diferencia de antes no dicen esta boca es mía, porque saben que indirectamente son parte del fraude.

SITUACION. – Pero esa estafa no solo fue económica lo es también moral, social y cultural. Una muestra de cómo la ambición colectiva puede nublar el juicio, y de cómo, en el mundo de las finanzas, el pez chico siempre termina devorado por los tiburones… aunque en este caso, los tiburones llevaban nombre de pila, usaban sudaderas de marca y vendían el sueño del ascenso social exprés, se dejaban retratar en redes sociales, tenían abanicos hechos de billetes de alta denominación y nadie les cuestionaba el cómo, porque mientras paguen la razón se nubla.

EXPERIENCIA. - La lección está otra vez sobre la mesa a un alto costo. El problema es que, como tantas veces en este país, en el estado y ¡En Parral!  solo la aprenderán los que no deberían haber pagado el precio de lo que otros gozan y no andan huyendo, son los de la parte superior de la pirámide, los autores indirectos de este perverso sistema, esos si son por sus actos prófugos confesos, los otros, los que se fueron, son beneficiarios silenciosos del dolor y la bancarrota de muchos proyectada con alevosia y ventaja.


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DEFINICION. - El fraude del Grupo Pacheco no sólo representa una estafa financiera de gran escala. Es, también, un espejo incómodo que muestra el estado real de nuestras instituciones de gobierno, tanto locales como estatales y nacionales. La forma en que creció y operó este esquema fraudulento, y la manera en que colapsó, dice más de nosotros como sociedad que de sus jóvenes operadores.

REALIDAD. - El problema no comenzó cuando dejaron de pagar intereses. El fraude empezó cuando las autoridades permitieron que naciera, creciera y se institucionalizara como si de una financiera formal se tratara. Nadie levantó la voz. Ni la autoridad bancaria, ni la fiscalía, ni el SAT, ni la Comisión Bancaria. Es más: cuando otros fraudes similares, como el de Grupo ARAS, ya se habían evidenciado, nadie volteó a verlos.

MILAGRO. - A los muchachos del “milagro” financiero local se les dejó ocupar espacios, ganar reconocimiento social y operar con total impunidad. No se ocultaban, se promovían, anunciaban y pagaban para que sus promotores llevaran más incautos.

SOCIAL. - Ayer además de la oficialización del fraude llegó también el otro extremo de la tragedia: el linchamiento social, literal y simbólico. Ayer, lo que ocurrió en Parral fue una advertencia peligrosa de hacia dónde nos estamos moviendo como sociedad: un grupo de personas que se identifican como víctimas, pero que actuaron como agresores y trasgresores del estado de derecho, saquearon casas, negocios y oficinas, con la supuesta justificación de “recuperar lo que es suyo”, sin averiguar ni tener la certeza de a quién pertenece, no solo buscaban a los que se la hicieron, también buscaban quien se las pagara.

ARBITRARIEDAD. - Rompieron puertas, destruyeron inmuebles, borraron evidencias y lo más grave, se llevaron objetos sin saber siquiera si eran de los defraudadores. Todo esto ante la mirada permisiva de la autoridad policial que por horas fue un testigo mudo, y no un actor responsable de mantener el estado de derecho. ¿Dónde está la línea entre justicia y venganza? Ayer, esa línea fue borrada con rabia.

VEINTE. - Tres detenidas por la fiscalía no reflejan justicia. Son apenas una tibia respuesta frente a un acto masivo de ilegalidad. Porque no sólo se violó la ley, se sabotearon procesos legales, se puso en peligro a terceros y, por si fuera poco, se justificó la barbarie con el argumento del “derecho a recuperar lo perdido”.

CULPAS. -Aquí hay tres niveles de falla institucional: la preventiva, porque las autoridades no regularon ni supervisaron a tiempo a quienes desde el inicio prometían dividendos imposibles.

MAS. -La de  la anarquia vista en la reaccion de los afectados como una respuesta ante el colapso porque la autoridad fue torpe, lenta y permisiva. No se protegieron inmuebles, ni pruebas, ni el orden público lo que dio paso a la falla estructural: Lo más preocupante es cuando se normalizó el caos.

SOCIEDAD. - La permisivdad y doble moral de la sociedad que tambien muestra la otra cara amarga de la comunidad: la complicidad social. Muchos se beneficiaron del fraude en sus primeras etapas. Algunos ganaron jugosas ganancias y autos en rifas y fiestas convirtiendose asi en promotores que inducian a otros para que invirtieran.

MUDOS. - Muchos callaron cuando debieron alertar. Otros tantos simplemente miraron para otro lado. Y cuando colapsó, algunos de esos mismos que se beneficiaron, aplaudieron los saqueos como si fuera justicia social.

CULPABLES. - En esta historia, la corrupción no sólo está en los defraudadores, también en la omisión de las autoridades, la ambición de los inversionistas y la impunidad con la que actuaron los saqueadores. Como bien dice el dicho: "la corrupción somos todos". Unos por codicia, otros por silencio… y otros más, por complicidad.

DESPERTAR. - Mientras tanto, la anarquía está a la vuelta de la esquina ha arribado como una respuesta al gran vacío de autoridad. La pregunta es: ¿quién, en este estado fallido, se va a atrever a ponerle freno?

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